miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿Tienen los documentalistas, bibliotecarios y gestores de información, algo que decir, sobre el modo en como se informa nuestra sociedad?

No y sí.

Si hablamos de reconocimiento, de que el gran público sea consciente de esta influencia, no. Hoy en día la sociedad, en general, depende completamente de Internet en lo que a su conocimiento del mundo se refiere, y es raro que se paren a considerar a Internet como algo más que una especie de Dios omnipotente. Internet existe. Ellos vierten información en el ciberespacio (Facebook, Twiter, Tumblr, su propia página personal, da igual la plataforma). Y de alguna manera, esa información queda ligada a otras unidades de información relacionadas. De alguna manera, si se escriben unas pocas palabras clave en un buscador, lo que estás buscando aparece. Porque Internet es mágico. Las personas que han hecho esa "magia" posible no son importantes.

Y sin embargo, de no existir documentalistas, bibliotecarios, gestores de información, los millones y millones de millones de unidades de información que genera la sociedad de hoy en día a diario estarían enredados en una amalgama incomprensible. Física, cocina, astronomía, cotilleos, química, literatura, cine, política, moda, tecnología, un lago etcétera. Todo vertido en la Red sin orden ni concierto, sin separaciones, sin categorías, sin etiquetas.

De no existir la documentación como disciplina, no existiría una base sobre la que crear los programas que se encargan de separar las turbulentas mareas de datos para que el común de los mortales no se vea aplastado por ellas. Pero antes de Internet hubo bibliotecas y archivos de papel. Y el ser humano pasó siglos desarrollando maneras de organizarlos. Por temática, por autor, por antigüedad. Así que, cuando llegó la hora de organizar lo que, salvando las distancias, no es más que la mayor biblioteca que jamás haya existido, ya había modelos para hacerlo. Uno de los principales interrogantes ya estaba resuelto. Lo único que se necesitó fue encontrar la manera de automatizar el proceso a gran escala.

El hecho es que por mucho que la mayoría de las veces no nos detengamos a pensar en ello al usarlos, Google, Yahoo, Bing, son bibliotecarios. Montruosamente grandes, con un cuerpo formado por cables y placas base enterradas bajo tierra y una mente hecha de algoritmos, sí. Pero bibliotecarios al fin y al cabo. Y se los usa a diario cientos de millones de veces. Si eso no es influencia, no sé lo que es.